Una de las razones por las que comencé a leer a Vonnegut hace muchos años fue este puñado de frases que figuran en las dos primeras páginas de "Las Sirenas de Titán".
"La humanidad, ignorante de las verdades que yacen dentro de cada ser humano, miró hacia afuera; empujó más allá. Lo que la humanidad pretendía aprender en este impulso hacia el exterior era quién estaba realmente a cargo de toda la creación, y de qué se trataba toda la creación.
La humanidad envió a sus adelantados agentes hacia el exterior, siempre al exterior. Al final, los terminaría disparando hacia el espacio, hacia el descolorido, insípido e ingrávido mar de exterioridad sin fin.
Los arrojó como piedras.
Estos infelices agentes encontraron lo que ya se hallaba en abundancia en la Tierra; una pesadilla de sinsentido sin fin. Los dones del espacio, de la exterioridad infinita, eran tres: heroísmo vacío, comedia pobre y muerte absurda.
El exterior perdió, por fin, sus atracciones imaginadas.
Solo el interior quedaba para ser explorado.
Solo el alma humana permanecía como terra incognita".
Si esto no es ser un escritor, no sé qué es.