20060130

La educación sentimental

El escándalo de la asignación errada de los créditos con aval del Estado hizo rasgar muchas vestiduras. Es verdad: este es el mecanismo más ambicioso para ocuparse de que no haya jóvenes que, pese a tener las capacidades, queden fuera de la educación superior por razones financieras. Es difícil estar en contra de este principio, que en Chile tiene una larga historia: la educación superior ha sido tradicionalmente el gran mecanismo de movilidad social, y en los últimos años han sido las universidades privadas las que, gracias a una extensa matrícula, han conseguido incorporar a un gran número de jóvenes: hace unos años, el presidente Lagos se jactó de que siete de cada diez jóvenes chilenos que cursaban estudios superiores, eran los primeros miembros de sus familias en acceder a ellos -sus padres no habían tenido la misma oportunidad. En 1993, las privadas representaban el 23 % de la matrícula total de universidades; en 2004, el 41 %.

El eterno clamor por más recursos para la educación superior fue respondido por el Estado. En 1993, se entregaron 31 mil millones de pesos en beneficios a un poco más de 71 mil estudiantes; en 2005, 91 mil millones de pesos a casi 200 mil alumnos. Los números suenan bien mientras estén lejos de la planilla excel: mientras los recursos se triplicaron; los beneficios "per cápita" apenas crecieron en 35 por ciento: o sea, el Estado gastó el triple en generar un tercio más de beneficios para cada alumno. De todas maneras, fue una proeza si uno considera que la matrícula de estudiantes que requerían ayuda financiera también se triplicó.

Pero este esfuerzo, que en el papel suena muy bien, choca contra la realidad: a las universidades chilenas entran quienes obtienen mejores puntajes en las pruebas de selección, que por regla general son los alumnos que vienen de la educación particular pagada. Es decir, la universidad está "perdiendo" esa capacidad de movilidad social que tiene, y lo que hace es perpetuar un sistema vicioso que recompensa la cuna de los jóvenes más que sus capacidades. Muchos que tienen el talento para estudiar, se pierden porque no tuvieron una educación de calidad, que los dejara al otro lado de la barrera que establece la prueba de selección. Para ellos, ese esfuerzo que hasta ahora ha hecho el Estado, no sirve de nada.

Por eso la idea del sistema con garantía estatal para créditos universitarios fue bien recibida. El Estado no tiene que desembolsar un peso: ya no es él quien pone todos los recursos, sino el sistema financiero, los bancos, que, como el Estado y la universidad son avales del muchacho, no tienen problema en prestar la plata porque, aunque el chico falle en pagar, la va a recuperar igual. De paso, se puede manipular la barrera de la PSU. El sistema está hecho para que postulen jóvenes que obtuvieron un mínimo de 475 puntos. Cualquier universidad que quiera bajar sus requisitos de entrada para recibir alumnos que tienen ese puntaje -y el crédito- puede hacerlo.

Los extranjeros -y sobre todo los alemanes- suelen tener problemas para entender el chiste de Don Otto. Don Otto, por si alguien no lo sabe, sorprendió a su mujer con otro hombre en el sofá. La solución al problema de infidelidad fue vender el sofá. Algo parecido está ocurriendo aquí. La PSU, se dice, mide conocimientos y no capacidades, y por lo tanto, como en la práctica en Chile los conocimientos se compran, la PSU solo consagra el éxito de quienes tienen los recursos para comprar esos conocimientos. Entonces, el paso lógico, es eliminar esta prueba tan injusta y permitir que a la universidad entren quienes tienen las capacidades.

Pero como en el chiste de don Otto, el problema no es el sofá (la PSU), sino que la educación pública no está entregando los conocimientos que debe entregar. Aunque suene herético decirlo, uno no se educa para adquirir capacidades -se supone que estas vienen por default, al menos eso enseña la parábola de los talentos-, sino conocimientos, y el sistema de educación superior por algo se llama "superior": porque da por sentado que los conomientos que va a entregar están sobre los que se entregaron antes.

La injusticia no es que las universidades pongan la "barrera" del conocimiento para entrar a ellas: eso es exactamente lo que deben hacer, por algo son universidades. La inmoralidad está en mantener a la educación pública chilena en el bajísimo nivel en que está, y en seguir otorgando licencias de cuarto medio a cientos de miles de jóvenes que no tienen un nivel básico de comprensión de lectura. Discúlpenme lo mala onda, no quiero ofender, pero es verdad: 475 puntos PSU -500 puntos PSU- implican que algo salió muy mal en la educación de ese joven: es una educación que no le sirve para hoy. Tenga o no talento, ese es otro tema; el problema es que las universidades deben tomar ese talento sobre un nivel determinado de conocimientos, no bajo él. Si no, en la práctica, las universidades se transforman en la educación media, pero esta vez bien. Y no sé a qué hora, ni con qué recursos, van a empezar a hacer su trabajo: dar una educación superior.

No me malinterpreten: el crédito con garantía del Estado es una buena idea para los alumnos-excepciones (que lograron, a pesar de tener todo en contra, adquirir conocimientos) y para un sistema que no discrimine desde la cuna. La enfermedad está allí: en que la educación pública tiene un nivel bajísimo, no en quienes la sobreviven ni en quienes la miden.

20060115

Madam President

Bien, no sé cómo empezar esto. Esa es la verdad. Emocionado no estoy. Contento, tampoco. Tengo una satisfacción lejana, como un mosquito de la juventud que viene, jode en la oreja un rato, y se va.
Pero bueno. Objetividad por delante, aunque no exista.
1. Primero, una huevada: decir PresidentE Bachelet no es un error. "Presidente" tiene la doble cualidad gramatical de ser un adjetivo (en cuyo caso siempre es "presidente", pues es quien ejerce la acción de presidir) y un sustantivo (en cuyo caso sí tiene ambas declinaciones, femenina y masculina). Como sea, yo prefiero decirle PresidentE porque prefiero que ejerza el cargo a que anda cachiporreándose con que es mujer.
2. Vamos a Alfredo's Late Night Toying With Excel, un clásico de las elecciones. La idea aquí es mirar el vaso medio vacío. Creo que es la única manera de ver los datos fuera de la enceguecedora luz de la pasión.
Un muy buen amigo cuyas capacidades matemáticas son años-luz mejores que las mías (bueno, no es tan difícil), se ha espantado (no es chilenos) al ver que nunca se consideran, para los cálculos políticos, las cifras totales de votación. Solo se juega con los porcentajes de los "votos válidamente emitidos". Yo estuve jugando con los números esta noche y descubrí lo siguiente (considerando siempre el total de votos, y no solo los "válidamente emitidos"):
a) De todas las personas inscritas en el padrón electoral, aproximadamente el 12,5 por ciento no votó ni por Piñera ni por Bachelet. No me refiero a los "jóvenes que no están ni ahí y no se inscriben". Me refiero a inscritos que, en su inmensa mayoría, no fueron a votar. Lo pongo de otra forma: un millón de personas, que alguna vez se preocupó de ir a inscribirse en el Registro Electoral, no votó. Ni ahora ni en la primera vuelta. ¿Qué significa esto? Tal vez nada: no representan una fuerza de alternativa a las dos coaliciones, no hay una "propuesta" en ellos... a menos que sean Pinochetistas (vaya, ahí estaban), o desencantados muy desencantados de la Concertación (vaya que son hartos). Aunque todo esto es mera especulación, es un detalle a tomar en cuenta.
b) Con los "rebeldes" (3,5 por ciento de nulos y blancos, más o menos) Bachelet saca el 51 % en vez del 53, y Piñera baja de 46 % a 44 %. Son dos puntos apenas, cierto, pero por favor rebobinar, esta segunda vuelta iba a ser tan "a muerte", que había que hacer proselitismo incluso en el extraño mundo de los nulos y los blancos.
c) Desde cualquier punto de vista, Bachelet trapeó con su rival. Fíjense en esto: Bachelet obtuvo 172 mil votos MÁS que la votación combinada de ella y de Hirsch en diciembre. Piñera, por su parte, sacó 125 mil votos MENOS que la votación que tuvo junto a Lavín en la primera vuelta. ¿De dónde sacó esa cantidad Bachelet? Son casi dos puntos y medio del total.
Mi teoría es que esos votos vinieron de Lavín. No se me ocurre otra. Los números no son exactos, pero andan cerca. Además, hubo como 60 mil nulos y blancos MENOS que en la primera vuelta, y como 33 mil personas que no votaron en esa ocasión y sí en ésta. No digo que todos esos 125 mil ex Lavines pasaron a Bachelet, pero sin duda una cantidad importante de lavinistas, en vez de marcar nulo o blanco, o de no ir a votar, sí voto por Bachelet.
Estas cifras creo que también destruyen la idea del Lavín popular fuerte, imbatible, ese voto del mundo pobre que era solo de Lavín y no se endosaba a nadie más. Bueno, en realidad sí existe, pero creo que en esas magnitudes: no alcanzó a ser dos puntos del total de votos.
d) Buena noticia para las megacoaliciones, mala noticia para cualquier movimiento alternativo al sistema. Hirsch, el "rebelde" que ha llegado más lejos, llamó a votar nulo: los votos nulos -y los blancos- disminuyeron casi en un punto. Para alguien que obtuvo cinco puntos en la primera vuelta, esa cifra sí es significativa.
Ahora las subjetividades:
e) La Alianza: El discurso de Piñera fue tan largo y cara de raja que por momentos parecía que había ganado. No me cabe en la cabeza que volviera a lo de la "nueva" alianza. ¡Y más encima decir que había nacido esta noche! Si yo fuera de derecha, estaría muy enojado. Lo único nuevo que ocurrió esta noche es la patada en la raja monumental que le va a dar la UDI... y ni siquiera eso es nuevo.
El proyecto de "nueva" alianza de Piñera era, al principio, la decé cabreada de los socialistas y RN. Después del 11 de diciembre tuvo obligadamente que darle el beso en la boca a la UDI. Intentó atraer decés, pero o tenían mal aliento o la rueda de carreta era muy grande para ellos (Ascanio Cavallo lo dijo con la maestría habitual y más elegancia que yo en su columna de La Tercera). ¿Y qué es la Alianza ahora? El pacto electoral se acabó y la verdad es que nadie tiene idea.
Después dijo que ahora sí se iban a unir. Claro... en la derrota, seguro. Con lo solidarios que son.
Y después entró con lo del intervencionismo del gobierno en el final de la campaña, que sí tiene algo de sensatez. Más adelante voy a esto.
La derecha está llena de gente inteligente. Pueden hacer piñatas con gente educada en Harvard, Chicago o el MIT. Y sin embargo no han logrado, por más expertos en liderazgo que sean, sacudirse de sus emociones, que son las que terminan llevándolos al despeñadero.
f) Es tarde, por la cresta y tengo sueño.
g) La Concertación: Bueno, basta de alabarla, que siguen siendo gobierno y lo que corresponde ahora es hincharlos. ¿Por qué mierda Lagos tutea a Bachelet por teléfono? Debería tener más respeto. Además... ¿qué fue eso? ¿Una teleserie? Qué maestros de las comunicaciones son, y por lo tanto, qué malvados. La llamada del presidente en ejercicio a la presidente electa es una de las movidas más maestras que se les haya ocurrido, un hito parecido a los primeros "State of the Union" de Lagos en 200o y 2001. Bachelet en plano medio hablaba, Lagos en plano americano contestaba, y todo el país podía ser voyerista. Pero Lagos la tuteaba y la presidente lo trataba de usted. No me gustó. Ahora son iguales.
Me gustó el discurso de Bachelet. Desde el debate que se puso las pilas, o quizás en el debate la vimos por primera vez como estadista. Al menos... ¡por fin! hubo ideas en los discursos. Pocas pero hubo. Lo de reformar la previsión es una revolución tremenda, pero no es la única, ni la más importante. Eché de menos que se refiriera con más pasión a lo único que cualquier gobierno debe tener como obsesión absoluta hoy: la educación. Unas palabras para la galucha al respecto y listo. No basta con eso. En educación se requiere ser una especie de UP: un gobierno de deschavetados que lleven el asunto al extremo. Tienen consenso nacional, tienen recursos como nunca antes... ¿qué chucha están esperando?
Unas últimas palabras sobre la intervención electoral del gobierno. Es cierto, la hubo. No me gusta, y es un síntoma de lo cara de raja que se es cuando uno se siente winner. Cuidado. No era necesaria. Piñera perdió solito casi dos puntos que eran de Lavín, y los Juntos Podemos Más se fueron en masa a Bachelet sí o sí (¿o no?). Van a salir indemnes de ésta (restarle legitimidad al triunfo de Bachelet por esto es una tontería), pero es un camino del que no se sale, y que cada vez es más grande y más cerdo.
OK. Es tarde y me voy a dormir. Discutamos en los comentarios. Gracias por leer y buenas noches a la presidente. Ya era hora. Las mujeres tienen que esforzarse el doble para todo, y no es hueveo. Si hay algo que cambiar en este país, es la cultura, y la cultura macha al peo en la que vivimos desde tiempos inmemoriales nos ha hecho más mal que bien.
Por donde uno lo mire, la votación de Bachelet fue tremenda. Son siete puntos de ventaja mirando el vaso medio lleno o medio vacío. Nada más que decir. "El pueblo ha hablado".

20060109

Voto Bachelet (tibiamente, pero qué le voy a hacer)

Mi voto es por Bachelet (no por "la" Bachelet. Nunca escuché a nadie decir "el" Piñera).

Voto sabiendo que no va a poder hacer todo lo que hay que hacer porque nadie es perfecto, ni superhéroe, ni santo, ni Dios. Voto sabiendo que va a tener que aprender a “portarse mal”, a ser más pilla, más muñequera, y que su embrionario proyecto de “un tipo distinto de liderazgo”, aún si no fuera linda retórica, la conducirá directo al despeñadero en las cien mil concesiones que va a tener que hacer a los otros liderazgos –nada de “nuevos”- de la Concertación, que en el fondo son los que van a manipular el sistema desde la sombra o ni tanto. Me importa, sí, claro que me importa. Hasta el momento la derecha tiene razón: estamos asistiendo a la consagración de una especie de PRI chileno.

Hace una friolera de años tuve el placer de entrevistar a Héctor Aguilar Camín, el novelista mexicano que, más que nadie, ha explorado y divulgado las ceremonias, ritos y maneras de la política azteca. Lo hice un par de años antes de que saliera electo Vicente Fox, y se acabaran los setenta años de gobierno del PRI. No recuerdo con detalles la entrevista, pero sí recuerdo el concepto general. Es cierto, el PRI no era el Festival de la Democracia. Es cierto, en el PRI reinaban los cabrones apitutados, que no dejaban nada para los otros partidos. Es cierto, el PRI era un nido de corrupción –lo de Salinas de Gortati estaba ocurriendo en ese momento-. Pero también era cierto que el PRI le había dado a México nada más y nada menos que setenta años de estabilidad. Y nunca, nunca nunca nunca, un presidente PRI se repitió el plato. Es más: ser un ex presidente de México equivalía, poco más o menos, a ser un zombi político.

La Concertación se parece al PRI, pero no lo es (todavía). Primero que nada, la oposición ha tenido siempre, siempre, la oportunidad que en 70 años los opositores mexicanos no tuvieron: elecciones serias. Es decir, la Concertación siempre ha triunfado enfrentando competencia real, y no digamos que a unos pobrecitos sin medios económicos. Segundo: la Concertación ha sido, hasta ahora, una coalición exitosa: en lo político, acabó con la “cultura Pinochet”; en lo social: instaló el tema de la igualdad de oportunidades incluso en el discurso de sus adversarios; en lo económico: resistió las vacas flacas y, aunque se ha comportado tacaña en las gordas, no lo ha hecho pésimo ahora. Tercero: con todo lo cabrones que son, a la hora de los quiubos, se han inclinado por los méritos, o por lo que dicen las encuestas, que a estas alturas del partido es lo mismo. Es decir, en el PRI mexicano Bachelet hubiera sido impensable. ¿Alguien de fuera de los partidos, y mujer para más remate?

El argumento de la campaña de Piñera se ha reducido a una falacia: la Concertación lleva mucho tiempo gobernando, es malo que se gobierne durante mucho tiempo, por lo tanto déjenme gobernar a mí. Es malo gobernar mucho tiempo si el gobernante lo hace mal, pero eso no ha ocurrido hasta ahora.

Mis argumentos son continuistas y algo flojos, lo reconozco. Nada garantiza que porque la Concertación lo ha hecho bien en el pasado, lo haga bien en el futuro. Pero tampoco nada garantiza que Piñera lo haga mejor. Además, la campaña ha sido tan, pero tan mala, que no hubo manera de diferenciar realmente a los dos.

Por último, y ya que la Concertación ha dado pruebas de que se la puede sin locuras ni estridencias, sin el “estilo” Piñera, voto por Bachelet. Mi voto por ella es emocional y tibio, no se crean que soy un fan. Qué bah. Me daría orgullo que una mujer sea presidente. Me da gusto la idea de darle una oportunidad a un liderazgo más de equipo, más horizontal, aunque sé que a larga eso va a ser ciencia ficción o un desastre. No me da susto votar por la Concertación, aunque confieso que también, desde un punto de vista emocional, ya me está lateando. Los socialistas parecen empresarios y los DC parecen una gran agencia de empleo. Por mientras, los grandes temas siguen ahí, sin que nadie se anime a tocarlos. Pudiendo haber hecho una campaña de la puta madre con ellos, Bachelet prefirió irse por la segura (Piñera también). Pero bueno. Es así. Un voto es siempre un ejercicio de fe. Creo –nada me lo asegura- que Bachelet me va a traicionar menos que Piñera. No existen recetas para los grandes temas. Y casi siempre son fomes, matapasiones y, lo que es peor para un político, impopulares. ¿Cuáles son los grandes temas? Por favor ver el post anterior a éste.

¿Qué es un "gran" tema?

La campaña estuvo mala, mala, mala porque no hubo grandes temas. Se me ocurrieron tres que pudieron haberse discutido:

Meter mano a la estructura económica de Chile.
Suena feo, pero no me refiero a la revolución, compañeros. Me refiero a que no podemos tener un proyecto serio de país si vamos a ser solo exportadores de materias primas. Nuestra dependencia de la minería y de los recursos relativamente renovables nos hace débiles porque esas cosas se acaban y no tenemos con qué reponerlas. El desarrollo es un sueño si pensamos que lo vamos a lograr con el cobre y la fruta y los salmones. Lo vamos a lograr con eso, es cierto, pero también se requiere otro tipo de actividades económicas: aquellas de valor agregado, que dependen de los ciudadanos. Los chinos pagan tres chauchas a sus trabajadores y no son un buen ejemplo, pero sirven para ilustrar el concepto. Hoy todas las cosas se hacen en China: desde la ropa hasta los lápices. Hoy todos los computadores tienen que ver con la India (ese es un ejemplo mejor). Hoy toda la industria de la entretención tiene que ver con Estados Unidos (y no sólo Hollywood, ¿ustedes saben la plata que mueve la industria de los juegos de video?). Todos los países que están pensando para adelante están en la parada de agregar conocimiento a lo que exportan. Pero para eso tiene que haber conocimiento antes.

Meter mano de verdad en la educación.
Tal vez termine amputada, pero hay que hacerlo.
De tanto decirlo, parece una majadería. Todos están de acuerdo en esto. Pero a la hora de los quiubos, creen que la cosa se soluciona con programas y huevaditas. Un gobierno que se tome esto en serio debe efectuar (y no es de la noche a la mañana, pero sí hay que hacerlo rápido) un cambio cultural en la educación. Transformar la Pedagogía en una carrera donde se gane un palo al mes, mínimo, para captar a las mejores mentes. Igualar la educación pública a los estándares de la privada. ¿Difícil? Claro que sí, pero esto es un país, no el negocio de papas fritas de la esquina. TODO para un gobierno es difícil y MUY difícil.

Meter mano a la lumpenización de la sociedad
Dejar de hacerse los huevones con el tema de la pasta base. NO sé cómo se hace, cómo se gana el combate. Pero puta, alguien tiene que saber. Se me ocurre que la única salida es legalizar la droga: eso dejaría al nocivo veneno conocido como pasta base fuera del mercado. Sé que no es una decisión que le competa a Chile solamente (quedaría la cagada si un país legaliza unilateralmente), pero ¿para qué están los foros internacionales? Nunca hubo una justificación científica para la criminalización universal de la droga. ¿La hay ahora?
Uno siempre piensa en "el lumpen" como fuera de la sociedad. Pero esos pendejos son ciudadanos como nosotros. Lo fácil es meterlos a la cárcel. Lo difícil es quitarles lo lumpen e integrarlos.
Eso por ahora. Hubiera sido una linda campaña con esto. Pero fue lo que fue.

20060103

Mi nombre es Mandrake


Qué lata que sepamos tan poco de Brasil. Qué lata que sepamos tan poco, por ejemplo, de Rubem Fonseca, un escritor que tiene sus buenos ochenta años. Tal como nuestro gran Luis "Paco" Rivano -Premio Nacional de Literatura AHORA para él-, Fonseca también fue "paco", claro que en Río de Janeiro. Pero no pasó mucho tiempo en las calles, sino en la oficina, ocupado, en los años cincuenta, de las relaciones públicas de "la institución", como dicen acá. Cuenta una biografìa suya que en esos años los policías cariocas eran más parecidos a jueces de paz que a lo que se entiende ahora por policía, y que en ese sentido, Fonseca era un maestro. Con el paso del tiempo, Brasil perdió un relacionador público y ganó un escritorazo.
Tengo en mis manos "Y de este mundo prostituto y vano sólo quise un cigarro entre mis manos", una de las novelas de Fonseca. En portugués el título es levemente distinto: "E do meio do mundo prostituto sò amores guardei ao meu charuto", que se traduce como que en el medio de un mundo puto, sólo amó a su cigarro (¿"Y en el medio de un mundo puto sólo quise a mi pucho" hubiera sido mejor?), pero la traducción al español quiso conservar la rima y no lo hizo mal. Aunque no lo he empezado, me doy cuenta de que el protagonista del libro es un abogado criminalista llamado Mandrake.
Lo que me lleva a Mandrake, serie que recientemente exhibió HBO los sábado en la noche, después de la muy calentona e interesante "Roma", y que repitió los jueves. Mandrake es de lo mejor que he visto en mucho tiempo. Para hacer una larga historia corta, Mandrake es un abogado criminalista, pero que no trabaja tras un escritorio. Su labor es ayudar a ricachones en problemas con los bajos fondos. Mandrake se mueve como peixe en el agua por un Río de Janeiro que no tiene que ver con los turistas ni las favelas, sino con los policías, los tipos listos, los travestis y las putas. Es un río urbano, no una postal, fotografiado como los dioses. Mandrake tiene dos novias al mismo tiempo: la joven y loca Bebel, y la menos joven pero no menos loca Berta. Mandrake tiene tres vicios: mujeres ("estoy apaixionado de todas las mujeres"), habanos y vino. Mandrake, en el argot brasileño, tiene que ver con alguien que por dentro es mucho más de lo que aparenta, tengo entendido.
Hay una maravillosa escena en uno de los ocho capítulos que se hicieron. En ella, Mandrake va a buscar a Bebel a la playa. Bebel es la garota perfecta, media rubia, media negra por el sol. Está en la playa y le dice que le toque el poto, que lo tiene duro por el gimnasio, que se esfuerza mucho, que la felicite. Mandrake está vestido con un terno negro. Aunque ella se lo pide, Mandrake se niega a sacarse el terno y meterse al agua.
No soy Fonseca. Soy incapaz de reproducir aquí las profundidades del misterio humano a las que se lanza Mandrake. Sólo diré que hay cierta tristeza, cierta melancolía en su mirada. Está en el mejor lugar del mundo, pero es así.



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