Escritor, periodista. "Nuestro Terremoto", el 27/F en la empresa Arauco. "¡Independencia!", siete crónicas históricas de la revolución que nos parió. Ambos en venta en librerías.
20051220
Al estadio, al estadio
Estamos a punto de terminar el torneo de clausura 2005. La U y la UC volverán a jugar en el Estadio Nacional. No lo van a hacer en San Carlos de Apoquindo porque los barras bravas de la U --y por cierto los de la UC, que también los hay, pero menos-- podrían hacer pebre el estadio y el vecindario, como ya ocurrió hace algunos años. ¿Alguien se escandaliza porque un equipo no puede usar su estadio porque el otro ha reclutado turbas de idiotas violentos? No. ¿Alguien pide que el campeonato pare, que expulsen a alguien? No. ¿Alguien amenaza con recurrir a la Corte Suprema, al Tribunal de La Haya? No. ¿Alguien se preocupa de los vecinos del Estadio Nacional o del Monumental? Ja ja, ¿es un chiste? "El fútbol es una pasión, compadre".
El fútbol chileno refleja lo peor de lo nuestro. Para pocos mis simpatías azules y el hecho de que alguna vez escribí un libro que incluyó personajes barra bravas son misterios. No me arrepiento. Pero tampoco puedo aplaudir la dejación, pelotudez y chantería imperante. ¿Querían ir al mundial? Por favor. Por favorcito. Por favorzote.
Es increíble. Existe consenso general en que el fútbol chileno es una buena porquería. Los jugadores, malos; las canchas, pésimas; los sistemas de administración de la gran mayoría de los clubes, feudales al peo; la calidad de los estadios, mala; la seguridad en los mismos... ¿es una broma?; la Asociación de Fútbol, gangsteril; La Asociación de Fútbol Sudamericana, buena para contratar putas para los dirigentes. Y así y todo, hay una final, y hay cincuenta mil personas dispuestas a verla.
¿En qué otra actividad humana uno PAGA por la posibilidad de que lo cogoteen, meen o apedreen?
La cosa no va a cambiar mientras los hinchas sean --seamos-- tan pelotudos como los dirigentes. Mucha gente podrá hablar por la tele o la radio; se pueden gastar litros de tinta que critiquen la situación, pero el fútbol, pese a todo, retiene ese poder inexplicable sobre nosotros. Por eso los dirigentes pueden hacer las chambonadas más grandes y salir indemnes de todo. Hagan lo que hagan, el fútbol es una máquina de hacer plata. Tal vez hace menos plata que la que podría hacer, pero ningún dirigente, jamás, va a perder plata en el fútbol.
La industria del fútbol no ofrece nada. Yo no veo atletas haciendo proezas físicas en la cancha. No veo en los estadios un lugar para llevar a los niños. Y sin embargo, allí estamos, no nos perdemos ni una.
La únca manera en que el fútbol se podría mejorar, mejorar de verdad, desde las pensiones de los jugadores hasta estadios limpios, seguros y decentes, es si los "consumidores" nos ponemos las pilas y manifestamos nuestro malestar. Pero es imposible. ¿Alguien se imagina un boicot de público de fútbol? ¿Estadios vacíos, teles sin sintonizar para una final?
En el fondo, el fútbol es el gran depositario de nuestra manera informal, charcheta y caradura de hacer las cosas. A medida que el país ha crecido, hemos tenido que dejar de lado esos hábitos y trabajar de verdad. En el fútbol, sin embargo, existe una cáfila de huevones que se mueve como si vivieran en otra época, en otro país, en otra economía. No es a los jugadores a quienes vamos a ver al estadio. Es a los chantas de los dirigentes. Secretamente queremos ser como ellos: no hacer nada y ganar mucho.
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4 comentarios:
me gustó, tomo nota de tu dirección.
Ojo con Humos
es exactamente lo que pienso yo de estos ordinarios de la ANFP.
buen blog interesante
Hola poh Alfredo!!
Vas a invitar a Harry Callahan?
Invitado a darse una vuelta por mi blog: www.jptapia.blogspot.com y revisar www.mediomote.blogspot.com, el vicio online que mantenemos con mi señora.
Grandes y cariñosos saludos para su familia.
Yo no sé si necesariamente nuestros dirigentes sean más rascas que varios dirigentes argentinos. La diferencia es que a los argentinos les gusta ganar, y no sólo plata, como a éstos. Es más, conozco de muchos que tampoco ganan tanta plata, así como tampoco ganan tantos partidos. Por otro lado, para qué estamos con cosas. En otros países sí se toma en serio el deporte, desde que los niños son muy pequeños, inundando a toda la sociedad, en sus distintas capas, en sus distintas culturas y ritmos. Hay deporte como hobby, deporte profesional, deporte para viejos, y para jóvenes. Etcétera. Les importa. Lo entienden como un aporte para la sociedad. Pero acá, sinceramente, ¿nos importa el deporte? Una vez Fernando Villegas planteó la pregunta de por qué había que ayudar a los deportistas "top", por qué había que gastar plata en ellos, si el país tenía otras necesidades. Con todos los reparos que puedo tener por Villegas, creo que su pregunta no es de fácil respuesta en un país donde justamente el deporte no es un pilar importante. Dejo esa pregunta abierta, creo que por ahí están las explicaciones para un problema en el que los mentados dirigentes son apenas una pequeña parte de un fenómeno mucho más profundo. Eso
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