Toda la fineza, el sentido común, el cerebro que los expertos en campañas ponen durante los meses que dura una, se va a las reverendas pailas la noche en que los candidatos, sin ataduras, agotados, choreados y supongo que bastante sudados, hablan. Se supone que ya no importa, que todo está decidido, que es el fin, que ahora hay que gobernar, que otra cosa es con guitarra, que gracias, compadre, te voy a recomendar con unos amigos que están tratando de armar un partido en Paraguay. Pero la verdad es que sí importa. Esta noche vi varias cuentas alegres por parte de los candidatos --era que no--. Lo que no está mal... si es que no se creen sus propios cuentos. Todos los datos siguientes, con el 90 por ciento de los votos escrutados:
1. La concertación ganó. Del presidente Lagos hasta Bachelet, andaban todos haciendo esta declaración y muy felices, por cierto. Vamos despejando la paja del trigo: es verdad que en las parlamentarias les fue muy bien. 51 por ciento en diputados, contra 38,6 de la Alianza; 55,7 en senadores contra 37,2. La Concertación tiene un apoyo popular indesmentible... que no le alcanza para elegir a Bachelet en primera vuelta. Es decir, todas las cuentas felices y extrapolaciones rápidas que se puedan sacar en una noche de elecciones al calor de una planilla excel con demasiado brillo, no sirven. Las cifras no son automáticamente traspasables. El premio mayor es la presidencia porque éste es un régimen presidencial. Y ya sabemos que el sistema binominal es el que manda al final del día, así que en Chile las votaciones altas son para la foto. Bueno, es cierto que la Concertación parece que por primera vez va a tener mayoría en las cámaras, pero insisto: en Chile la mayoría no sirve de nada si el presidente no es de los nuestros.
No voy a analizar diputados ni senadores aquí porque son muchos y es muy tarde, solo diré que el único al que esta noche le fue realmente bien en parlamentarias es el futuro senador Carlos Bianchi ("Carlos... Bianchi", era el último de la franja electoral y tenía como medio minuto), de Magallanes: el primer independiente que sale electo por fuera de los dos grandes pactos. De paso, impidió la elección del UDI Sergio Fernández.
Felicitarse por obtener más del cincuenta por ciento de los votos es una pérdida de tiempo. En realidad, que esa cifra no se haya traspasado a la votación de Bachelet habla más bien de una mala campaña por parte de la Concertación.
3. El gran perdedor es Lavín. Hay en la derrota una suerte de calma, de dulzura, que tranquilidad, que es muy agradable. Lavín no la está sintiendo esta noche: esta noche está hecho papilla, pero la sentirá mañana. Y en esa tranquilidad, en esa isla del fracaso, es donde se hará fuerte. Él ahora es prácticamente la mitad de lo que significa Sebastián Piñera, y lo sabe. Si hasta esta noche tuvo que luchar y luchar, a partir de mañana tendrá solamente que pedir y pedir y seguir pidiendo. Piñera es un hombre de negocios que necesita un préstamo: ese préstamo es la mitad del negocio y Lavín es el banco que se lo va a prestar. No sé si se pueda decir lo mismo de la UDI. De alguna manera, el resultado de Lavín, y varios otros resultados parlamentarios, creo que han castigado el estilo de conducción que la UDI ha impreso en la Alianza durante los últimos... ¿dieciseis años? Lo malo es que en Chile nadie sale castigado: los futuros senadores Longueira y Novoa perdieron la oportunidad de tener a alguien de sus filas en La Moneda y deberán mirar, con la ayuda de todos los ortodoncistas que les repararán sus dientes trizados, cómo el archienemigo podría ocuparla. Desde el senado en Valparaíso, por supuesto.
2. Por primera vez, la Alianza le gana a la Concertación. Okey, un momento. Sí, 48,67 contra 45,93 en las presidenciales. Ya, pero no me hueveen, ¿ok? Estamos entre gente seria. Si quieren ir por allí palmoteándose la espalda, háganlo, pero esos dos porcentajes están pegados con escupo. Sobre todo si uno considera que Bachelet también va a tener "votos en el banco" (el 5,39 de Hirsch). Si ustedes creen que sus dos porcentajes sumados les llevarán a la victoria, tienen que creer también en los porcentajes sumados de Bachelet y de Hirsch, lo que les generaría un cortocircuito lógico.
Pensemos en lo siguiente:
Ya que los votos de Lavín van a ir automáticamente para Piñera, porque votar por Bachelet es un contrasentido para los lavinistas --a menos que la vocación destructiva de la Alianza llegue a tanto, que los Lavines no apoyen a Piñera, cosa que dudo, pero no descarto--; y ya que los votos de Hirsch se van a ir por la misma razón a Bachelet --y aquí las relaciones son mucho mejores entre las partes--, el verdadero combate se va a dar en las fronteras: en los votos "demócratacristianos" de Bachelet y de Piñera, y a esos electores las campañas intentarán captar con todo este mes.
Hagamos un jueguito con el que me he entretenido esta noche.
Si la Concertación "ganó", en senadores y diputados, y si ese "triunfo" se hubiera trasladado íntegro a Bachelet, ella habría triunfado esta noche con 53,74 puntos: es el promedio de la votación de la Concertación en Senadores y Diputados. Y ya que ella esta noche "ganó" con el 45,93 por ciento de los votos, podemos decir que le faltaron 7,82 puntos para llegar a la votación que le hubiera correspondido en un mundo ideal.
Muy bien. Suponiendo que el 15 de enero entrarán las fuerzas del "Juntos Podemos Más" para apoyar a Bachelet frente a Piñera, si sumamos el 5,39 de Hirsch (es la variante pesimista: al "Juntos podemos más" le fue comparativamente mejor en diputados y senadores que en la presidencial), tenemos que Bachelet tiene que conseguir 2,43 puntos porcentuales para llegar a lo que se supone le corresponde: el voto que realmente representa a la Concertación, que es el de diputados y senadores.
O sea, según este trasnochado cálculo, Bachelet --y por lo tanto Piñera... ¿o no? Son las una de la mañana, Dios mío, ¡que hago escribiendo ésto!-- tiene que ir a la caza de unos 166 mil indecisos entre ella y Piñera. Según el cálculo anterior, solo sumando a Hirsch hace más de la mitad de los votos, pero por otro lado, esa suma no considera a los que se le podrían escapar: yo creo que estoy diciendo acá que esos posibles fugados hacia Piñera son unos 166 mil.
Suerte, Michelle: estoy contigo. Estos posts han sido sobre mensajes comunicacionales y estrategia. Pues bien: te vi hablar esta noche y me di cuenta de que NO TIENES IDEA de eso. Vi a Piñera esta noche y no me sorprendió que, después de declarar a diestra y siniestra que quiere fundar una "nueva alianza" (una que de paso le pasara la aplanadora al cadáver político de Lavín), sale con la monserga de que ahora es una "nueva" alianza porque incluirá a Lavín y a los DC arrepentidos. So Piñerish. ¿No que era sin Lavín ni la UDI la cosa? ¿No se lo dijiste en la cara en el debate? Ahora Piñera necesita el 23 y tanto por ciento de Lavín, y lo cuidará como a su mejor amigo.
Mi candidata para el 15 de enero es Bachelet. No será una maravilla, pero en su torpeza comunicacional, en sus discursos para cuarto básico, en la manera torpe en que gesticula, en la ausencia de fashion emergency con que se planta ante el mundo, me parece que es una buena persona. Con los años, me he puesto progresivamente indifirente hacia la Concertación... ah, qué lejos está 1988, cuando serví de apoderado de mesa para el plebiscito del Sí y el No. Soy, finalmente, un románticoo un imbécil, porque en política no se puede ser buena persona, y si se es presidente de la república uno tiene que estar seteado para traicionar y muñequear. Pero qué bah. Prefiero que ella sea la que tenga ese "privilegio" y no aquel que ya sabe traicionar y muñequear. Supongo que, cuando ocurra, ella sabrá que está traicionando; Piñera ya no es capaz de darse cuenta y lo encuentra lo más normal.
5 comentarios:
Yo te leí a las 2.30 am, así que se agradece tu post madrugador. Está bien lo que piensas y lo comparto. Es triste que tengamos que votar pensando en la nostalgia, y no en el futuro. Pero así es la cosa, mariposa.
salu2
El final de tu texto (trasnochado y todo) es aplastante. He votado Concertación todos estos años, pero esta vez voté por Hirsch. No porque quiera que él sea Presidente (que, realmente, no lo quiero; un Hirsch, en este orden, creo que dejaría la embarrada), pero en medio de tanto estancamiento prácticamente incombatible quise darme permiso para soñar con que, quién sabe, alguna vez las cosas no sean así. Recuerdo a Tironi hablando poco después de la segunda vuelta del 99, diciendo que si sacábamos algunos elementos cosméticos, otros de pasado y otros retóricos, veríamos que las diferencias entre Lagos y Lavín eran realmente mínimas. Así mismo, veríamos que a estas alturas ya no estamos tan gobernados por presidentes, sino por el inefable y enrevesado "sistema", esa cosa rara que nadie entiende, pero que todos sienten. No quise creerlo ni, menos, compartirlo, primero porque trataba de no creer ni compartir el análisis, y luego porque lo estaba diciendo Tironi. Con el paso de estos seis años le fui encontrando razón, y terminé por hacer mía la frase en la cena de fin de año de la Sofofa, cuando todos los empresarios aplaudían de pie y aseguraban que extrañarán al socialista que hasta hace tan poco despreciaban. Y los empresarios, sabemos, sólo aplauden a los políticos que menos amarras les ponen para llenarse los bolsillos, un lugar que hasta hace poco queríamos creer que era patrimonio de la derecha, pero al cual hoy entran todos. Votaré por Bachelet por lo mismo que tú dices: si esto se trata de sólo disfrutar el poder, prefiero que lo haga alguien que no ha tenido la oportunidad.
Por último, quiero agregar a tu análisis político-comunicacional a dos perdedores más: uno es el colorín Zaldívar, que perdió porque la campaña de la DC fue estrictamente de él, y porque los emblemas de su disidencia (Alvear y Pizarro) fueron mayorías nacionales, lo que tiene un peso netamente simbólico, de imagen. No puede vender que ganó porque sacó el 20% de los votos. En un sistema como el binominal, donde no hay prácticamente nada de proporcionalidad, los éxitos electorales no deben medirse en votos sino en escaños, ítem en el que a la DC le fue pésimo.
Otros perdedores son el PC, que con sus anacronismos y su estética que a los únicos que cautiva es a los propios militantes, contaminó el discurso de izquierda refrescante que desarrolló Hirsch (y que fue reconocido por todos tras los debates televisivos), lo que fue especialmente notorio en la franja televisiva, plagada de imágenes de la Gladys, de Allende, de guanacos y de puños en alto. Y se hace notorio también al recordar la más que digna franja despresupuestada que el mismo Hirsch tuvo el 99. Se supone que querían traducir en Hirsch el 10% de las municipales, pero se lo farrearon. Una campaña es para captar más votos, no para mantener los duros. Si la idea era sacar el 5% que suman los tradicionales 3,5% del PC y 1,5% del PH, entonces podrían haberse quedado en su casa. Por lo tanto, los agrego a la lista de loosers de esta pasada.
Bueno, eso sería todo, que también es tarde. Te felicito por el blog, saludos,
Sebastián
Esto es como...
analizando a los que nos joden
Como hablando desde abajo, como gritando a los dedos que mueven los hilos atados a los palillos que menean nuestros zapatos.
Cosas de estilo.
Alfredo
estuve toda la jornada de apoderado de la Michelle, en un sector de clase media de santiago, "en terreno" observando el "ejercicio cívico", bueno la candidata gano casi el 50% de los votos 141 de 256, Hirsh segundo a unos votos de Piñera, se explica porque en la mesa los votantes eran jóvenes en su mayoría, quede contento de la "buena onda" de todos, los vocales de mesa y la gente que aguanto las filas bajo el sol, he de esperar que este buen ánimo se repita el 15 y que la candidata vuelva a ganar de nuevo, así Piñera podría empezar pronto a grabar el "aprendiz" en el 11
Sebastián: Toda la razón con respecto a la actual dirigencia DC. Pero yo creo que es un problema mundial e histórico de las DC. El punto es que en 2005 no saben qué hacer. Fueron la respuesta cristiana, es decir, digerible por sociedades enteras, al marxismo. Desaparecido el marxismo, se han transformado en nucleos de administración de poder. Desaparecido Pinochet, la DC chilena tiene ese frente de flecos sueltos que es su lado derecho, que estaba ahí sólo por ética: no podía apoyar a un gobierno asesino.
Boris: Gran verdad lo de lo humillante que fueron las largas colas en los locales de votación. Hay que ponerle el cascabel al gato: tampoco puede ser que te lleven preso por no querer hacer algo. Las colas fueron porque hubo mucho vocal nuevo. 1. Ser vocal debería ser pagado, aunque sea 5 lucas. 2. Los candidatos deberían votar todos en un mismo lugar, solos: así evitarían el circo que hacen cuando van a votar.
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