20061005

“Creo en la utilidad de los libros, fíjese usted”

Hace un tiempo me topé con esta entrevista al gran Gore Vidal en Le Monde. La traduje con uno de esos traductores online. Me cae bien el viejo: el Juan Goytisolo de Estados Unidos. Tal vez lo que más me gusta es el título. En francés: “Je crois à l’utilité des livres; figurez-vous”. Antes de leer la entrevista me dio la idea de grito de guerra de último lector y último escritor sobre la faz de la tierra. En realidad es un ataque al arte por el arte. Gore Vidal: un escritor que cree que el ensayo sobrevivirá a la novela. Un tipo en los grandes combates de esta era. Ustedes dirán.

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Paso lo que más puedo en California, ya que el clima político me alimenta. La cólera me alimenta. Estoy la mayor parte del tiempo en cólera cuando estoy allí. Pues, lo que podría ser insoportable para otro es para mí el carburante de mi escritura.

Observe a estos pobres escritores sudamericanos. Algunos son muy buenos. Pero el “realismo mágico” los mató. Las críticas son como los turistas que vuelven diciendo que “hicieron” el Machu Picchu: ¡“Ay, se “hizo” el realismo mágico” - y ¡hop! ¡a la trampa!

-Dentro de cien años, qué le gustaría que leyeran de usted…?
-¡El alfabeto!

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“Creo que en la utilidad de los libros; fíjese usted”

Acurrucado en la sombra barroca de su chalet italiano, Gore Vidal mecanografía en una máquina de escribir. Es aquí, en Ravello, en esta casa legendaria construida en la cumbre del acantilado que escribió Palimpsesto, primer volumen de sus memorias. Aquí que compuso Creación, la Edad de oro y, más recientemente, El Final de la libertad. Gore Vidal, 79 años, en primer lugar ha abierto la crónica para sus posiciones iconoclastas y su homosexualidad declarada. En 1948 publicó una novela, The City and the Pillar, en la que que el tema homosexual
le valió la ira de New York Times.
Obligado a lanzarse a la escritura de textos para la televisión, el teatro y el cine, tuvo un éxito estrepitoso antes de volver a la vanguardia de la escena literaria con Julien l' Apostat, y a numerosos ensayos culturales y políticos. Después del 11 de septiembre, se consagra a la denuncia de “Estados Unidos de Amnesia”. Es uno de los raros escritores
que se han pronunciado radicalmente contra la guerra en Irak, que percibe como el síntoma de una tentación totalitaria. Odiado por la derecha americana, heraldo prolijo de la extrema izquierda, Vidal no termina de denunciar el hubris del imperio y la lenta delicuescencia de estas libertades civiles que fue el denario del sueño americano.
-¿Desde cuándo viene a Ravello?
-Vine por primera vez en una Jeep, en 1948, con Tennessee Williams. Manejamos desde Roma, nos decidimos a pasar el día aquí, rn Ravello, y descubrí este acantilado mágico. No me imaginaba que veinticinco años más tarde terminaría por tener una casa...
-¿Le asienta más la comodidad en Europa?
-No. Al contrario. Paso lo que más puedo en California, ya que el clima político me alimenta. La cólera me alimenta. Estoy la mayor parte del tiempo en cólera cuando estoy allí. Pues, lo que podría ser insoportable para otro es, para mí el carburante de mi escritura.
-
Mucho, y a menudo, usted se ha comprometido. Incluso se presentó a las elecciones del Congreso en 1960 y luego en 1982. Es raro para un escritor. En Europa tuvimos Malraux y, en el otro extremo, a Drieu La Rochelle. En América Latina, Mario Vargas Llosa. Pero, en los Estados Unidos...
-Un escritor es también lo que su novela familiar hizo él. Mi abuelo era senador. Mi padre sirvió en la administración Roosevelt. Es decir, crecí en la política. Tal vez por eso es que me ha parecido natural comprometerme en los combates de mi tiempo y también, en mis libros, participar en la escritura de la historia de mi país. Son numerosos años, siete novelas, innumerables pruebas. Sé que la mayoría de mis contemporáneos se interesa más bien por la cuestión del matrimonio, por la custodia de los hijos o por el arte y por la manera de convertirse en profesor. Fascinante, ¿verdad? Pero muy poco para mí.
-¿Qué clase de impacto tiene una voz como la vuestra sobre la opinión pública americana?
-Estos pequeños libros que escribo como
El Final de la libertad, que se refiere al periodo después del 11 de septiembre, se venden de a cientos de millares de ejemplares. Frente a eso, se me dice que las novelas sobre el matrimonio no se venden. No es el juicio quizá de Dios. Pero es el de la Historia...
-¿Es importante para usted el éxito?
-Para esta clase de escritura polémica, sí, es indispensable afectar el mayor número de personas. Aparte eso, la verdad es que nunca me han impresionado las pequeñas obras egocéntricas de mis colegas. Freud hizo mal a la literatura americana. La gente comenzó a hacerse “analizar” en los años cuarenta. Y todo el mundo se volvió terriblemente envarado en sí mismo. Saul Bellow escribió a este respecto una obra hilarante que ayudé a producir,
The Last Analysis. Una pequeña obra de arte sobre las pequeñas naturalezas del egotismo americano.
-¿Hay escritores de su generación que admire?
-Leo muchos ensayos de historia, casi no novelas. Encontré un buen ensayo en el New York Review of Books, pero el autor desaparece inmediatamente. El escritor quien de verdad me gustó durante mi larga vida es
Italo Calvino. Fui yo quien lo introdujo en América. Eso se debe, ya que no era “familiar”. Ahora bien, a los americanos sólo les gustan las cosas sobre las cuales pueden clavar una etiqueta. Libres de matar lo que están etiquetando. Observe a estos pobres escritores sudamericanos. Algunos son muy buenos. Pero el “realismo mágico” los mató. Las críticas son como los turistas que vuelven diciendo que “hicieron” el Machu Picchu: ¡“hay, se “hizo” el realismo mágico” - y ¡hop! ¡a la trampa!
-Si se le puede comparar con un escritor francés, sería seguramente con
Gide. El Gide de Viaje al Congo y de Nuevas Comidas terrestres, el santo dueño de la homosexualidad política...
-Me gusta esta comparación. Por otra parte, conocí a Gide. 1bis, rue Vaneau, allí vivía, en el primer piso. Tenía una gran oficina con millares de libros donde me invitó, un día, al desayuno. Me propuso regalarme uno de sus libros. Elegí Corydon. Me respondió: “Nunca regalaré este libro; es tan anticuado, tan estúpido". Y: “Está bien para eso que envidio”. Siempre lo he tenido conmigo, dedicado. Y no es tan malo como creía.
-¿Qué piensa de la religión, hoy, en el otro lado del Atlántico?
-Es la obra del diablo. No hay quizá buen Dios, pero hay seguramente un diablo y su pasión dominante: la religión de los fundamentalistas protestantes. Creo que mi país comienza, en numerosos respectos, a asemejarse a una teocracia. Por medio de la televisión, los evangelistas recaudan fondos considerables que invierten de inmediato en hacer elegir oscurantistas retrasados. Como no hay sistema de educación pública, la gran mayoría de mis conciudadanos es de una ignorancia que da miedo. No saben dónde está Irak. Toman todo lo que el gobierno les dice como si fuera la palabra del Evangelio. Caramba, ¡cualquier país normal se habría rebelado contra esta guerra! Pero somos un país anormal, controlado por expertos en publicidad falsa.
-¿Y el Partido demócrata?
-Si llegan a encontrarlo, le pondré atención... Pero no existe.
-Nunca el país estuvo tan dividido.
-Sí. Entre imperalistas y antiimperialistas. Esa es la situación. El país más potente del mundo está volviendo a la edad piedra. Dicen: “Fuimos elegidos por los dioses para controlar el planeta". Pero la verdad es que se trata sobre todo de poner la mano sobre las últimas reservas de petróleo. En vez de encontrar energías alternativas, pretendemos controlar regiones enteras del mundo. Esta gente no comprende que el país, así, apuesta a pérdida.
-¿Es de los que creen que la libertad de expresión peligra en los Estados Unidos?
-Sí, por supuesto. El país pertenece a un puñado de hombres que controla también los medios de comunicación. Tome a General Electric. Produce armas nucleares para el Pentágono y posee la cadena por cable NBC News. Hay allí un aparato muy sofisticado de censura intrínseco al sistema. He aquí el golpe de genio. Es como una jaula electrónica alrededor de la nación, que impide a la información pasar.
-Usted acaba de afirmar que la democracia americana estaba moribunda.
-La democracia es algo que América realmente no ha practicado jamás. Porque los Padres fundadores detestaban dos cosas: la monarquía y la democracia. Querían la república. Una réplica, en el fondo, de la República romana o de la República de Venecia. Pero, hasta en la etimología de la palabra, se horrorizaban de la democracia.
-¿Y la literatura en todo esto?
-No hay prácticamente más lectores de novelas. Y no veo cómo la situación podría mejorarse. La gente prefiere los juegos de video, la tele-realidad, el cine, que sé yo. Hay tantas razones para no leer novelas...
-¿Y usted, que razones tuvo para escribirlas?
-El hecho de que jamás hubieran sido escritas antes, supongo.
-¿Es todo?
-Y además nací novelista, lo que no es tan frecuente. Hay ciertas personas que se ejercitan en la escritura por un momento, luego se hacen ministro de la cultura bajo de Gaulle, y se echan a vivir sus propias ficciones... ¡Yo, entre Malraux, Balzac y
Montaigne, escojo a Montaigne! Montaigne sobrevivirá a todos los demás. Porque el ensayo, es decir la comunicación directa entre autor y lector, sobrevivirá a la novela, dentro mil años por lo menos.
-¿Es la razón por cuál escribe ahora sobre todo libelos y ensayos?
-Sí, y también porque es la manera más directa de atacar la política de mi país. Pero, francamente, preferiría hacerlo a veces para la televisión, que es un medio todavía más frontal.
-Usted también está escribiendo la segunda parte de sus memorias, cuyo primer volumen, Palimpsesto, apareció hace diez años.
-Casi acabé. Es muy difícil para mí. Porque no encuentro mi propia vida tan interesante como esto. Y luego me pasa que yo me digo que posiblemente dije todo en el primer volumen. Se acababa a las puertas de mis 39 años. Y viví cuarenta años más... Pues, hay que continuar. ¡Pero qué aburrimiento! ¡En el peor de los casos, puedo siempre echarme a plagiar a Montaigne!
-¿De todos sus libros, cuál le gusta más?
-Hay uno, en todo caso, que me gustaría que todo el mundo lea porque les sería útil: es
Creación. Todo el mundo está allí. Sócrates, Platón, Zoroastro, Confucio. Para todos ellos hay una pregunta que viene de Montaigne: ¿qué la creación? ¿Cómo el mundo fue creado, si es que lo fue? Creo en la utilidad de los libros, fíjese usted. Verdaderamente no me interesa el " arte por el arte ".
-¿ Y cuál es, según usted, la "utilidad" de Creación?
-Es un curso acelerado, bastante bueno, sobre la historia de las religiones. Si solamente pudiera conseguir que estos cristianos malos lo leyeran... Un ejemplo. Un discípulo le preguntó a Confucio: " ¿maestro, si hay un solo precepto según cuál guiar una vida, cuál sería?" Confucio respondió: "trate a otros como a usted le gustaría que le trataran". Pues bien: ¡usted no tiene idea del histerismo, a lo largo y anchos de América, con respecto a esta frase pronuncianda quinientos años antes de Cristo! [Toma un acento caricaturesco] "…pero esto no puede ser verdad. Esto ha sido inventado. ¡ Sólo Nuestro Señor habría podido decir esto!"
-¿Es ateo?
-¡Oh sí! Un ateo puro. Un ateo
born again...
-Y un provocador ¿no?... ¿Realmente piensa que los Estados Unidos se han convertido en el país totalitario que usted dice?
-Sí, más o menos. Siempre hubo unas tendencias, como en la inmensa mayoría de los países. Pero nosotros estamos en guerra casi constantemente desde el último siglo. Esto no les hizo bien a nuestras instituciones. El Congreso no representa más a la gente. Las cortes no ejercen más la justicia. Los ejércitos no acaban de jugar a ser los policías del mundo y del petróleo. Y, en 2008, otro payaso será elegido a la presidencia.
-El combate entonces está perdido por anticipado... ¿Cómo encuentra el coraje para escribir?
-Los estadounidenses, a pesar de todo, comprenden bastante bien lo que tiene que ver con dinero, guerra, muerte, enfermedad. Y hay también, en este país, una verdadera tradición de escepticismo.
-Dentro de cien años, qué le gustaría que leyeran de usted: ¿ sus novelas, sus libelos?
-¡El alfabeto! Simplemente quiero que se hallen en situación de leer el alfabeto. No soy muy ambicioso.
-¿Qué es lo que todavía le proporciona alegría?
[Silencio Largo.] No veo más muchas razones para regocijarme.
-Algo debe haber.
[silencio Largo.] Pues bien, nos regocijamos de que la vida toca a su fin... Pensar que esto podría
continuar quinientos años, en mi caso, sería terrible.
-Usted tuvo una vida tan rica, tan novelesca.
-Sí, pero ya la tuve. No necesito vivirla de nuevo. Una vez basta. ¿Conoce la respuesta de Jackie Kennedy a la misma pregunta? Era la época cuando todo el mundo le decía que le hacía falta escribir sus memorias. Lo sé, respondía... lo sé... pero, primero, mi secretaria en la Casa Blanca botó, por equivocación, todas mis notas. ¿Y luego qué podemos hacer cuando olvidamos todo? Jackie encontraba que era seguramente una buena idea escribir sus memorias. Pero esto habría significado, también, tener que revivirlas. Y creo que esto, para ella, era lo peor.
-Pero usted las escribe.
-Ah… Pero yo nunca he estado en Dallas.

2 comentarios:

Marisol dijo...

Adoro a Gore Vidal, Alfredo. Los ensayos reunidos en su libro Sexualmente hablando son estupendos para el debate sobre los derechos homosexuales.

Suerte la tuya que puedes descifrar Le Monde. Je ne comprenez pas.

Anónimo dijo...

Esplendido material. Sera inevitable perder toda fe pasada cierta edad? Si hay un escritor que ha envejecido bien, a juzgar por su ultimo libro, es Berger, John. Recomiendo mucho Aqui nos vemos, que esta ahora en las librerias. Tambien de izquierdas, tambien politico, pero con otra actitud, emnos rabiosa, más... no se.