El escándalo de la asignación errada de los créditos con aval del Estado hizo rasgar muchas vestiduras. Es verdad: este es el mecanismo más ambicioso para ocuparse de que no haya jóvenes que, pese a tener las capacidades, queden fuera de la educación superior por razones financieras. Es difícil estar en contra de este principio, que en Chile tiene una larga historia: la educación superior ha sido tradicionalmente el gran mecanismo de movilidad social, y en los últimos años han sido las universidades privadas las que, gracias a una extensa matrícula, han conseguido incorporar a un gran número de jóvenes: hace unos años, el presidente Lagos se jactó de que siete de cada diez jóvenes chilenos que cursaban estudios superiores, eran los primeros miembros de sus familias en acceder a ellos -sus padres no habían tenido la misma oportunidad. En 1993, las privadas representaban el 23 % de la matrícula total de universidades; en 2004, el 41 %.
El eterno clamor por más recursos para la educación superior fue respondido por el Estado. En 1993, se entregaron 31 mil millones de pesos en beneficios a un poco más de 71 mil estudiantes; en 2005, 91 mil millones de pesos a casi 200 mil alumnos. Los números suenan bien mientras estén lejos de la planilla excel: mientras los recursos se triplicaron; los beneficios "per cápita" apenas crecieron en 35 por ciento: o sea, el Estado gastó el triple en generar un tercio más de beneficios para cada alumno. De todas maneras, fue una proeza si uno considera que la matrícula de estudiantes que requerían ayuda financiera también se triplicó.
Pero este esfuerzo, que en el papel suena muy bien, choca contra la realidad: a las universidades chilenas entran quienes obtienen mejores puntajes en las pruebas de selección, que por regla general son los alumnos que vienen de la educación particular pagada. Es decir, la universidad está "perdiendo" esa capacidad de movilidad social que tiene, y lo que hace es perpetuar un sistema vicioso que recompensa la cuna de los jóvenes más que sus capacidades. Muchos que tienen el talento para estudiar, se pierden porque no tuvieron una educación de calidad, que los dejara al otro lado de la barrera que establece la prueba de selección. Para ellos, ese esfuerzo que hasta ahora ha hecho el Estado, no sirve de nada.
Por eso la idea del sistema con garantía estatal para créditos universitarios fue bien recibida. El Estado no tiene que desembolsar un peso: ya no es él quien pone todos los recursos, sino el sistema financiero, los bancos, que, como el Estado y la universidad son avales del muchacho, no tienen problema en prestar la plata porque, aunque el chico falle en pagar, la va a recuperar igual. De paso, se puede manipular la barrera de la PSU. El sistema está hecho para que postulen jóvenes que obtuvieron un mínimo de 475 puntos. Cualquier universidad que quiera bajar sus requisitos de entrada para recibir alumnos que tienen ese puntaje -y el crédito- puede hacerlo.
Los extranjeros -y sobre todo los alemanes- suelen tener problemas para entender el chiste de Don Otto. Don Otto, por si alguien no lo sabe, sorprendió a su mujer con otro hombre en el sofá. La solución al problema de infidelidad fue vender el sofá. Algo parecido está ocurriendo aquí. La PSU, se dice, mide conocimientos y no capacidades, y por lo tanto, como en la práctica en Chile los conocimientos se compran, la PSU solo consagra el éxito de quienes tienen los recursos para comprar esos conocimientos. Entonces, el paso lógico, es eliminar esta prueba tan injusta y permitir que a la universidad entren quienes tienen las capacidades.
Pero como en el chiste de don Otto, el problema no es el sofá (la PSU), sino que la educación pública no está entregando los conocimientos que debe entregar. Aunque suene herético decirlo, uno no se educa para adquirir capacidades -se supone que estas vienen por default, al menos eso enseña la parábola de los talentos-, sino conocimientos, y el sistema de educación superior por algo se llama "superior": porque da por sentado que los conomientos que va a entregar están sobre los que se entregaron antes.
La injusticia no es que las universidades pongan la "barrera" del conocimiento para entrar a ellas: eso es exactamente lo que deben hacer, por algo son universidades. La inmoralidad está en mantener a la educación pública chilena en el bajísimo nivel en que está, y en seguir otorgando licencias de cuarto medio a cientos de miles de jóvenes que no tienen un nivel básico de comprensión de lectura. Discúlpenme lo mala onda, no quiero ofender, pero es verdad: 475 puntos PSU -500 puntos PSU- implican que algo salió muy mal en la educación de ese joven: es una educación que no le sirve para hoy. Tenga o no talento, ese es otro tema; el problema es que las universidades deben tomar ese talento sobre un nivel determinado de conocimientos, no bajo él. Si no, en la práctica, las universidades se transforman en la educación media, pero esta vez bien. Y no sé a qué hora, ni con qué recursos, van a empezar a hacer su trabajo: dar una educación superior.
No me malinterpreten: el crédito con garantía del Estado es una buena idea para los alumnos-excepciones (que lograron, a pesar de tener todo en contra, adquirir conocimientos) y para un sistema que no discrimine desde la cuna. La enfermedad está allí: en que la educación pública tiene un nivel bajísimo, no en quienes la sobreviven ni en quienes la miden.
8 comentarios:
Déjeme ponerle un pelo a su sopa.
La PSU, como las pruebas de inteligencia discriminan, a veces, más de lo que quieren discriminar. Los analfabetos no son más tontos, que quienes saben leer y escribir, pero un test mal diseñado puede mostrarlo así.
Los colegios municipalizados salen peor en la PSU que en la PAA ¿Empeoró la educación pública en los últimos años? ¿está entregando menos de esos conocimientos que la PSU mide?
Hay un par de académicos de la UC que piensan que la PSU mide una buena cuota de roce cultural(AKA clase social) y no sólo más conocimientos escolares. Hay más diferencias entre esos jóvenes que el colegio al que fueron.
Puede que la prueba no sea del todo el sillón de Don Otto.
Parcialmente de acuerdo, señor o señora anónimo. Es verdad que la PSU no es buena. Pero eso no es lo que discuto. Lo que digo es que HAY que medir conocimientos para entrar a cualquier universidad. No sólo conocimientos, pero sí son fundamentales. El argumento no puede ser: como damos una educación mala a la gallada pobre, nivelemos para abajo todo. El argumento debe ser: démos una educación buena a la gallada pobre, para que esté al nivel de la gallada rica al menos en esto.
Qué le pasó don Alfredo...? ya no escribe??
¿Y este blog no se va a actualizar nunca más?
"Es mejor tener lectores de verdad que turistas que están de paso".
he vuelto varias veces aquí y no hay post nuevo...
seré lectora o turista en este caso?
la frase la dijiste tú en una entrevista que publica fuguet en su blog. Y que la hizo él, claro.
Está chora.
(el comentario anterior borrado fui yo por siaca, me equivoqué al escribir ups)
Comparto las peticiones. Esperamos tus próximas columnas.
Saludos.
Me han gustado muchas cosas de tu blog. Me haré el tiempo para leerlo completo.
Me resuleves el morbo de conocer los tintes polítcos de mis formadores.
Saludos
Publicar un comentario