20050911

Leyendo Lolita en Teherán

Nabokov bajo las barbas de los ayatolah

Estoy leyendo un libro que partió mal. Me carga la literatura "de mujeres", y este prometía serlo. Una profesora de inglés iraní, exiliada en USA, recuerda con nostalgia el taller literario clandestino que hacía en su casa. "Más diarios de vida de gente incapaz de escribir", me dije. Y aunque el primer capítulo era un poco de eso, el libro terminó ganándome (aún no lo termino). En realidad, el solo hecho de que estas memorias transcurran en Irán puede transformar hasta el relato de abrir una puerta en algo imponente.
La autora del libro efectivamente sostuvo un taller literario en su casa en el que invitaba solo a mujeres. Les recuerdo que en Irán, si las mujeres salen sin su velo a la calle, viene una policía moral y les saca la crestímedia. Estas chicas iban con velo a la casa de la profe, y allí no solo se lo sacaban, sino que leían "Lolita" y estudiaban a Nabokov.
Yo leí "Lolita" hace muchos años, y debo decir que me encantó pero no me dio vuelta. Es decir, lo disfruté, y mucho, estéticamente, pero no entré como entró la autora de este libro. Ella sostiene que lo quehace Humbert Humbert con Lolita es congelarla en el tiempo, aprovecharla en el pánico para formar su imagen de mujer ideal; como tener un canario en una jaula. Y aunque tiene todo el poder, la chica nunca llega a amarlo: es más, lo desprecia.
El libro compara esta visión de "Lolita" con el régimen islámico, con cómo los ayatolah han puesto al país en la jaula, pero el país nunca los va a amar.
Termino y cuento más de Reading Lolita in Tehran. Si pueden comprarlo en Amazon, o B&N, fantástico.

Me acabo de dar cuenta de que escribo esto en un 11 de septiembre. El de 1973 ya me importa una soberana raja. Bastante juventud me robó la huevada, bastante infeliz fui sufriendo por la mierda esa. El país se convenció de que Pinochet era un asesino y no pasó nada. Se convenció de que era un ladrón, y ahora sí es un viejo tal por cual para todos.
El otro 11 de septiembre me importa más. Yo estuve en las torres un año y dos meses antes. Mi mujer subió unas siete veces al mirador que había. Para 2001 estábamos en Chile de nuevo, pero teníamos amigos en NY, a los que contactamos finalmente en la tarde. Recuerdo con cariño el B&N que había abajo, y alguna vez llegué tarde a una reunión en el Wall Street Journal, que quedaba en una de las torres chicas. Sacos de huevas no más. Pensar que NY es Bush es no entender nada de nada de nada.

1 comentario:

Remiso dijo...

me pregunto si esas mujeres entenderán que en otros lados pueden hacer lo que quieran. En otra vida fui una de ellas, pero claro que nunca fui a un taller literario. saludos.