Y la mató. Raskolnikov se pitió a la vieja usurera. Y no solo a ella. Cuando estaba en eso, se dio cuenta de que en la casa estaba Lisaveta, la hermana perna de la vieja. Y la mató también. Y después, sorprendentemente, sobrevivió a dos tipos que querían entrar a la casa y no pudieron abrir la puerta, y a una bajada de la escalera en que evadió a aquellos que intrigados subían a ver qué pasaba con la vieja, que no abría.
Hay algo de intensa comedia en todo esto. Raskolnikov parece un personaje operático. Totalmente ido, vaga por las calles de Petesburgo o no hace nada en su conventillo, sin moverse, sin saber qué hacer, "pensando mal". Está medio enfermo, y entre sueños, se las ingenia para desprenderse del hacha que ocupó.
Sorprendentemente también, la vida comienza a sonreírle. Se encuentra con un amigo Ruzhumikin -gran personaje, para morirse de la risa, se "sirve" a la vieja de la pensión de Raskolnikov- y hasta aparece Luzhin, el "novio" de la hermana, con ofrecimientos de gran futuro.
Pero Raskolnikov no quiere nada, nada de nada de nada. No quiere que nadie le haga "el bien".
1 comentario:
Así está mejor.Compromisos son compromisos.
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